Jullie Menella es investigadora en el Centro Monell de Philadelphia. En un trabajo aparecido en NPR.com, ella asegura que este proceso comienza en el líquido amniótico. "Hemos comprobado que sabores como vainilla, menta, ajo y anís son transmitidos por el líquido amniótico, e incluso, por la leche materna". Si pensamos que el bebé vive flotando, y tragando, este líquido durante meses, es lógico pensar que la criatura se va acostumbrando a los sabores y olores que allí encuentra.
Recordemos que casi el 90% del sentido del gusto está determinado por el olfato. Por eso cuando estamos engripados es muy difícil reconocer los sabores, básicamente porque nuestras narices están congestionadas. Con esto en mente, Jullie Menella y su equipo desarrollaron un experimento sencillo pero revelador: Antes de hacer un examen de líquido amniótico, los investigadores le dieron a las madres cápsulas de azúcar o ajo para que las comieran. Un par de horas después tomaron la muestra y le pidieron a varias personas que las olieran. Las muestras de mujeres que habían tomado ajo resultaron fácilmente reconocibles. Y si el olor estaba allí, los bebés lo estaban registrando. Jullie Menella asegura que estas criaturas guardarán recuerdos intrauterinos de esos sabores, y posiblemente, los prefieran cuando aparezcan en su plato.
El doctor Javier Aranceta, Director de la Unidad de Nutrición Comunitaria de Bilbao, comparte la opinión de que los bebés se decantarán por los alimentos que prefirió su madre. Y por ello recomienda que durante el embarazo la dieta sea lo mas variada posible.
Ahora solo imagina que a lo largo de las semanas y meses de embarazo la madre varía su dieta, prueba distintos sabores, y sobre todo, disfruta sus platos favoritos. Así podríamos decir que los niños no sólo comerán lo que ven en la mesa de sus padres, sino también, lo que llegó al estómago de la madre.
Otra razón más para alimentarse bien, y rico, durante el embarazo.
EL SECRETO DEL PICANTE
¿Cómo es posible que en México, Tailandia o India la gente soporte el picante en grandes cantidades? Una explicación es que nacieron rodeados de estos sabores. Literalmente. Esos sabores fuertes eran parte del océano de vida en que pasaron los primeros meses.
Linda Bartoshuk es investigadora en la Universidad de Florida. Ella dice que los niños no nacen con una fuerte preferencia por los sabores, y que además, el gusto toma tiempo en desarrollarse. Pero considera que el trabajo de Menella demuestra que la exposición temprana es fundamental para crear buenos hábitos.
Por eso, si la madre desea que su hijo disfrute los sabores étnicos y tradicionales de su familia, un plato de arepas, curry o enchiladas mientras está gestando puede ser la clave del éxito.
Además, si es por el chile, ciertos estudios aseguran que los chiles picantes son fenomenales para la salud: son antioxidantes, anticancerígenos y anticoagulantes. Otra razón para darle al bebé una sazón especial.
Vía inspirulina.com
Melissa Muñoz
@parramely_ca
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